«Un niño de mi salón estaba diciendo en su exposición que en diez años se iba a acabar el agua aquí. Y entonces qué va a pasar? Nos vamos a mudar a otro país?» Me pregunta mi hijo de ocho años mientras vamos caminando.
«Esteeee… no sé, pudiera ser, pero eso pasaría si no se hace nada, se supone que el gobierno, al saber esa realidad, debería implementar medidas para que eso no suceda». Y me acuerdo de la escasez de agua en Venezuela (de donde venimos), y que el AMLO parece que va a ganar en México (donde vivimos), y empiezo a pensar, ‘capaz sí, pero ¿Cómo?’ Claro que no le digo nada, primero, para no causarle ansiedad, segundo porque si le dices a un niño de ocho años que ya ha vivido en cuatro países, que es muy complicado mudarse de un país a otro, te va a mirar fijamente, subiendo una ceja, mientras cruza los brazos y dice: «¿De verdad?»
Pues de verdad sí es complicado, y a mí me encanta México y no me quiero ir.
Estoy con la palabra «y» pegada
… y qué?
… y será que México no sigue el ejemplo que Caracas dio?
… y será que mis hijos, con sus tres pasaportes cada uno, pero ninguno mexicano, se quedarán aquí?
… y será que algún día los podré llevar a pasear a Venezuela?
… y será que mejor me concentro en el aquí y ahora, aunque sea por unos días?
… y será que encuentro una foto bella para compartir con ustedes de mi «aquí y ahora»?
Sí, la encontré! Miren qué hermosas las bugambilias (trinitarias) que se encuentran delante de esta taquería a unas cuadras de mi casa en Querétaro.
Hasta la próxima.
Mujer valiente…! La mejor respuesta se la estás dando a tus hijos con tu actitud