Escribir para el futuro lejano

A raíz de la crisis de mi matrimonio el año pasado, me uní a un foro virtual de apoyo.

Allí todo el mundo actúa con pseudónimos y avatares, nada de información real. Nadie sabe quién es el otro, lo cual es excelente porque cada quien puede ser tan sincero como quiera. A pesar de tanta libertad, en muy pocas ocasiones he visto que un «hilo» (como llaman a las conversaciones en que alguien propone un tema o hace una pregunta y todo el que quiera opinar, lo hace) se torne agresivo entre los participantes. El trato es muy cordial en 99% de los casos.

Durante el tiempo que no escribí nada en este blog, sí escribí mucho en ese foro, y aun participo en él, aunque ya no con tanta frecuencia. También he aprendido mucho de las opiniones y experiencias de los demás, así como he tratado de ayudar con puntos de vista o consejos cuando alguien lo solicita.

A veces el foro se usa para hablar de temas que no son los principales, como noticias, por ejemplo.

En uno de esos hilos fuera de contexto, alguien comentó sobre un reciente descubrimiento que se hizo en Inglaterra, al hacer la remodelación de una casa antigua.

En el piso original de la misma, el carpintero que había trabajado allí hacía más de cien años, dejó escritas muchísimas frases, sabiendo que nadie las iba a leer sino hasta mucho después de que él muriera. Era una especie de diario en que hablaba de sus preocupaciones familiares, así como de temas tabú que sucedían en su pueblo, como infanticidio, problemas con los párrocos, etc.

A la mayoría de la gente le pareció interesante, sobretodo por el hecho de que hablaba de la vida ordinaria de las personas de aquella época.

Mientras leo los comentarios, me encuentro con uno que dice:

Lei hace unos años sobre una mamá que escribió un diario para dejárselo a sus hijos. Qué maravilloso sería eso!

Y me imaginé levantando la mano, diciendo cual niñita en salón de clases: «Yo, yo! Yo lo hice!», pero en realidad escribió la mamá posada y controlada: «Gracias! Eso fue lo que hice hace varios años al editar las publicaciones de mi blog para compilarlas en un libro».

Ese pequeño comentario me llenó de energía. Sí, definitivamente Siete Maletas, nuestras anécdotas en el exterior va a tener una secuela: Otra Maleta, empezando de nuevo.

Porque, qué maravilloso sería, no es así?

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