Mini catrinas y videojuegos

Un calorón aquí en Querétaro y el aire acondicionado de mi carro de repente deja de funcionar. Voy al mecánico y me dicen que es un problema del termostato. El aire acondicionado se había apagado porque se estaba recalentando el carro. Uuff, menos mal que lo llevé.

Al día siguiente tenía que hacer una diligencia en el centro histórico y me llevé a S conmigo (mi hijo menor). Nos subimos a un autobús, caminamos, tomamos fotos (ya están empezando a decorar para el Día de los Muertos), pedimos un deseo en una fuente y llegamos a una feria artesanal de muñequitas Lele (típicas del Pueblo Mágico de Amealco, en Querétaro). Las que estaban maquilladas y vestidas de Catrinas estaban geniales.

Como cada quien ve el mundo según los lentes que tenga puestos, S agarra la más chiquitica de las muñecas (como de unos tres centímetros de alto) y me dice “ves esta muñequita? Así es nuestro planeta. Ves esa grandota?” y señala una muñeca de unos 50 cms de alto. “Así es nuestra galaxia”.

La diligencia era entregar un videojuego, el cual mis hijos están vendiendo para comprarse otros videojuegos. Esta mamá consentidora les alcahueta el vicio, jaja, pero por lo menos lo pagan ellos, y así tengo la excusa de tener un sábado un diferente. A ver a donde nos lleva la entrega del próximo videojuego.

Aquí tienes tu casa

Querétaro, 2019

“Necesito que me ayuden a tomarme una foto para el libro,” les digo a mis hijos. Nos fuimos al “bosque” del condominio (así le dicen los vecinitos al jardín con árboles que hay al fondo del estacionamiento) pues quería aprovechar la luz natural. Intentamos en varios sitios y finalmente salió una buena foto.

Ya han pasado dos años desde que me separé, tres años desde que llegamos a Querétaro, y un año desde que nos mudamos al condominio Orquídea (anillo al dedo el nombre, no? La Orquídea es la flor nacional de Venezuela). Ya ha pasado un año desde que adoptamos a la gatita Safi y un par de meses desde que obtuve la ciudadanía mexicana.

Ya me falta poco para publicar mi segundo libro, OTRA MALETA, Empezando de Nuevo, en el que los temas centrales son nuestro regreso temporal a Caracas, después de haber vivido doce años en el exterior, y mi separación en Querétaro, después de quince años de matrimonio.

Debido a eso, he estado actualizando mi información en las redes sociales, así como la imagen de mi blog. La que ven ahora es un cuadro que compré en la glorieta de Chapalita en Guadalajara, cuando viví allí hace más de diez años. El artista estaba vendiendo sus obras, y quedé fascinada con Manos en Acción.

Manos en Acción de Adrián Rosas Torres

En casa tengo otra obra de él, Habitantes de la Gran Ciudad. Ambos cuadros representan mi hogar, porque me considero oficialmente en casa en el sitio en donde los pueda colgar. Me he mudado ya varias veces solo con maletas, pero siempre he transportado de una manera u otra, mis dos cuadros.

Habitantes de la Gran Ciudad de Adrián Rosas Torres

He mantenido conmigo estas obras de arte también por otra razón. En las fotos que tengo de cuando vivíamos en Guadalajara, por ejemplo, R estaba muy pequeña y S ni había nacido; en Chile y Panamá, S estaba bebé. Es decir, a menos que vieran algo familiar, no sabrían identificar su casa en una foto de aquellos años. La idea es que cada vez que vean esos cuadros en una foto, sepan que ésa fue alguna vez su casa.

Poner Manos en Acción a recibirte cada vez que abras este blog, es para darte la bienvenida a tu casa, como dicen los mexicanos. Esta es tu casa y estás bienvenido! Espero verte mucho por aquí, y que me des tus opiniones y comentarios, para así enriquecernos mutuamente en palabras.

Bienvenido!

Como en la mesa del Sombrerero Loco

El de 8: «¡Aaah! Se me borraron todas las construcciones de Minecraft! ¡Por qué hacen juegos tan estúpidos! ¡Por qué la gente es tan estúpida! Me quiero ir a vivir solo a otro planeta y que me dejen hacer mis cosas!»

Yo: «Ya hay gente que va a viajar a Marte, a lo mejor podrías ir cuando seas grande».

La de 13: «Sí, pero no vas a poder regresar a la Tierra …»

El de 8: «¡Mejor! ¡Perfecto!»

La de 13: Pero tú sabes que en Marte no hay internet … »

Y yo pensando: «Feliz, feliz no-cumpleaños…»

Día de las Madres

Mi hijo de ocho años me dio una carta de Feliz Día de las Madres ayer (en México es el 10 de Mayo) que dice:

Te quiero porque:

Eres la mejor.

Me ayudas con cosas.

Me cuidas.

Eres la mejor mamá.

Me enseñas cosas.

También me regaló una taza en la que imprimieron un dibujo suyo, y mi hija mayor, quien ya está en secundaria, me regaló un llavero hecho por ella. En el colegio no hubo celebración, pues hacen una sola en junio, familiar.

Así que ayer no hice nada más que estar en pijama todo el día, viendo Netflix (y preparando comida, etc, el «no hacer nada de las mamás» nunca es literal). Me relajé y compartí con mis hijos.

Hoy, todavía estoy con la sonrisa que apareció en mi cara ayer, después de leer que soy la mejor mamá. ¡Sí soy la mejor mamá! (En que parte del curriculum se pone eso?)

¡Que tengas un lindo día!

Últimamente

Últimamente, el escandaloso sol me da los buenos días todas las mañanas.

La Virgen me cuida, desde no muy lejos.

He conseguido palabras raras,

y comidas más raras aún.

He probado la paciencia de mi hijo,

He volado en un globo multicolor.

He encontrado criaturas asombrosas.

He paseado de noche,

Y de día

He viajado a la época de la colonia

He disfrutado de un espectáculo celestial

Me he conmovido con obras de arte

He llegado a las alturas Y hasta conocí gente famosa

Lo que quiero decir es que …

últimamente,

he tenido el privilegio de vivir

en este rincón de la Tierra

llamado México.

Que no me pongo el pañal y el calzoncillo tampoco

Es algo dicho hasta el cansancio que  no se debe quitar los pañales en momentos de grandes cambios, como la llegada de un hermanito, o cuando la familia se muda de casa. Procesado, bien, nadie más de acuerdo de yo. Ahora, ¿puede alguien por favor explicárselo a mi hijo?

Mi casa está un despelote porque hemos vendido casi todo para mudarnos de Chile a Panamá en unas cuantas semanas. Simultáneamente, una corredora de bienes raíces está enseñando la casa con bastante frecuencia. Éste es exactamente el tipo de momentos en que no se debe comenzar ningún entrenamiento para ir al baño. Pero ayer mi hijo decidió que «no, no, no, no» quería ponerse pañal. Suspiré, y le busqué un calzoncillo de pelotas de fútbol que le había regalado mi mamá. Le insistí en que hiciera pipí en la poceta pero no quiso, así que me puse a escribir el blog con un ojo en la pantalla y otro vigilándolo a él.

Sin embargo, mi vigilancia no fue suficiente, y justo después de que la corredora me llama a recordarme que en un rato viene para la casa, el chamín se hace encima. No problem, tengo tiempo de limpiar todo. Ahhh… pero el detalle está en que él quería volver a ponerse el mismo calzoncillo mojado de pelotas de fútbol, el cual era, obviamente, mucho más chévere que el blanco que yo le quería poner. «Bueno, entonces te pones el pañal…» ¡Riiiinnnggg …! Voy a contestar el intercomunicador, es el conserje que me dice que va subiendo la corredora con el cliente.

– Ok  ¡O el calzoncillo blanco, o el pañal!

– ¡No!

Tengo dos opciones, obligarlo, pero eso quiere decir batalla campal de gritos, alaridos, corredera por toda la casa, y apenas está subiendo por el ascensor la señora con el cliente… o lo dejo desnudo de la cintura para abajo…  y de repente tengo una visión de mi mamá tapándose la boca con las manos …  y me repito, pero qué me debería importar lo que piensa esta gente que ni me conoce, pero la cara de mi mamá con la mano tapándose la boca del horror es demasiado fuerte, así que se me ocurre…

– ¡Ven! – y le pongo una camisa que le queda larga, aunque no demasiado; justo para que no se vea que no tiene ni pañal ni calzoncillos.

¡Riiing!

Esta vez sí es el timbre de la casa, y S sale volado a abrir la puerta. Usualmente tengo una cadenita puesta para que aunque él logre abrirla un poquito, no la pueda abrir del todo. Pero ¿qué creen?, la cadenita no estaba puesta,  y veo que S se cuelga del picaporte (el cual le queda como diez centímetros más arriba de su cabeza) y por supuesto se le sube la camisa, mostrando toda la realidad de su falta de indumentaria… y yo llego tres micras de segundo después para tomar el picaporte y retirar su manito, pero ésta,  aparentemente, se había quedado adherida con pega. Mientras estoy en el forcejeo de soltar al chamo de la puerta y esconderlo al mismo tiempo, saludo al hombre que viene  a ver el apartamento desde atrás de la puerta. ¿Será que cargo a S? Pero no, se le va a ver el trasero.

Gracias a Dios, S sale disparado hacia adentro de la casa, y yo me quedo sonriéndole tontamente al hombre, quien, por alguna razón, no está con la corredora. Ufff… respiro hondamente, y luego de echarle una ojeada al blog ¿Qué era que estaba escribiendo?, decido volver a intentar  ponerle el pañal a S, quien, gracias a una intervención divina, había cambiado de opinión al respecto, y me dejó ponérselo sin guerra.

Esta foto se la tomé ayer mientras esperábamos a una persona en el colegio de mi hija mayor. Casi no se la tomo, por aquello de, por Dios Michelle, concéntrate, no puedes estar todo el día tomándole fotos, pero no pude resistirlo, se veía demasiado cómico, como si pensara «menos mal que en este colegio de niñitas hay algo interesante para leer «.

Por: Michelle Lorena Hardy –  Chicadelpanda.com

El colegio de mi hija e Isabel Allende

Es verano aquí en Santiago, Chile y la gente empieza a ser más amable, uno se da permiso para relajarse, los días comienzan  a las 6 am y terminan a las 9 pm (o 21 hrs, como se dice aquí), todo es verde claro y yo me siento más en casa, más pez en el agua. Como si más bien  yo, el loro, decidiera quitarse el smoking y mis vecinos pingüinos decidieran disfrazarse de loros. Un buen cambio para mí.

El calor me pone de buen humor y me ha recordado una de las cosas que me gustan de Santiago y de la cual me siento muy agradecida. Es el colegio La Maisonnette de mi hija. Cuando estábamos buscando colegio para ella, queríamos que fuera bilingüe, mixto y que no fuera de monjas ni curas. Sin embargo, nos encontramos con que no hay bilingües (sino full time english, con una materia de español), y los pocos colegios mixtos que se encontraban cerca no nos gustaron. Lo que sí conseguimos fue el tercer requerimiento, un colegio que no fuera de monjas ni curas (aunque sí era católico, con una clase de religión).

Para mi gusto, La Maisonnette era demasiado femenino, todo niñas -rosado – rojo, me daba miedo que cayera en machismo. Así y todo, la inscribimos y hasta ahora ha sido una de las decisiones más felices que hemos hecho. El colegio es famoso por sus programas de arte y talleres, que ellos llaman academias y, aunque no sé qué tan bueno sea para una niña con ganas de jugar fútbol,  para mi hija, que le encanta pintar y bailar, ha sido maravilloso. Académicamente hablando, estamos muy satisfechos también.

Y además (no puedo dejar de presumir, ya que llevo como dos semanas pensando si  pongo esto,  o no, en el blog, pero me disculpan, va más allá de mí les tengo que contar). Hace unos días me enteré que ¡Isabel Allende estudió allí! Resulta que en un periódico de Santiago publicaron la lista de las 100 mujeres líderes de Chile, y  como veo que hay algunas egresadas de la Maisonnette, me  meto en la página web  a averiguar quiénes son… ¡Sorpresa! Dice en la página del colegio, muy humildemente, que Isabel Allende «dio sus primeros pasos de educación formal en el colegio».  Me hizo sentir más cerquita de mi adorada escritora y muy orgullosa de mí, claro,  por mi buen sexto sentido escogiendo el colegio, jajaja.

@chicadelpanda

chicadelpanda.com

La película y el libro Amanecer de la Saga Crepúsculo

Yo confieso que a mis 37 años soy una Twifan: no es mi culpa que cuando yo tenía 17 años, Stephenie Meyer también fuera una  adolescente y por lo tanto, tampoco hubiera escrito la famosa saga. Así que no soy muy objetiva con el asunto, pero haré el intento.

¡¡¡¡¡ LA PELÍCULA ES BUENÍIIIIIIISIMAAA!!!!

(Miren que me controlé, había pensado poner más signos de exclamación). Yo me leí dos veces esa parte del libro – que para mí es la mejor de toda la saga – y les puedo decir que la película es tan fiel al libro como puede llegar a ser una película. Yo hubiera añadido algunas cosas, como una explicación más exhaustiva de por qué uno está aterrorizado durante medio libro, pensando que Bella va a dar a luz un monstruo que se va a comer todo Forks, pero está bien.

Lo que más me sorprendió fueron los efectos especiales: nada de esos pésimos efectos de las partes 2 y 3 que hasta daban risa. No, no, ahora los efectos son dignos de Harry Potter y de CSI. Para mi satisfacción, retomaron de la primera película,  los acercamientos de cámara a las caras de los protagonistas, algunas de las canciones claves y  el detalle simpático de tener a la autora de los libros como extra.

Por supuesto, como casi siempre ocurre, la película no puede suplir el libro. Son las emociones, es la angustia, el alivio, en donde uno es el protagonista, no Bella, no Edward, sino uno mismo, que se convierte en un personaje. Con la película, por más espectacular que sea, eso es lo que uno siempre es, un espectador. Cuando lees, eres el protagonista… sin embargo, creo que la imaginación nunca me hubiera dado como para crear a un Robert Pattinson, ni para las escenas en la Isla Esme, etc, etc, así que ¡Vayan a ver la película!

Por Michelle Lorena Hardy –   Chicadelpanda.com