Es verano aquí en Santiago, Chile y la gente empieza a ser más amable, uno se da permiso para relajarse, los días comienzan a las 6 am y terminan a las 9 pm (o 21 hrs, como se dice aquí), todo es verde claro y yo me siento más en casa, más pez en el agua. Como si más bien yo, el loro, decidiera quitarse el smoking y mis vecinos pingüinos decidieran disfrazarse de loros. Un buen cambio para mí.
El calor me pone de buen humor y me ha recordado una de las cosas que me gustan de Santiago y de la cual me siento muy agradecida. Es el colegio La Maisonnette de mi hija. Cuando estábamos buscando colegio para ella, queríamos que fuera bilingüe, mixto y que no fuera de monjas ni curas. Sin embargo, nos encontramos con que no hay bilingües (sino full time english, con una materia de español), y los pocos colegios mixtos que se encontraban cerca no nos gustaron. Lo que sí conseguimos fue el tercer requerimiento, un colegio que no fuera de monjas ni curas (aunque sí era católico, con una clase de religión).
Para mi gusto, La Maisonnette era demasiado femenino, todo niñas -rosado – rojo, me daba miedo que cayera en machismo. Así y todo, la inscribimos y hasta ahora ha sido una de las decisiones más felices que hemos hecho. El colegio es famoso por sus programas de arte y talleres, que ellos llaman academias y, aunque no sé qué tan bueno sea para una niña con ganas de jugar fútbol, para mi hija, que le encanta pintar y bailar, ha sido maravilloso. Académicamente hablando, estamos muy satisfechos también.
Y además (no puedo dejar de presumir, ya que llevo como dos semanas pensando si pongo esto, o no, en el blog, pero me disculpan, va más allá de mí les tengo que contar). Hace unos días me enteré que ¡Isabel Allende estudió allí! Resulta que en un periódico de Santiago publicaron la lista de las 100 mujeres líderes de Chile, y como veo que hay algunas egresadas de la Maisonnette, me meto en la página web a averiguar quiénes son… ¡Sorpresa! Dice en la página del colegio, muy humildemente, que Isabel Allende «dio sus primeros pasos de educación formal en el colegio». Me hizo sentir más cerquita de mi adorada escritora y muy orgullosa de mí, claro, por mi buen sexto sentido escogiendo el colegio, jajaja.
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