No soy quien pensaba que era

Ya llevo poco más de un mes ejerciendo como Terapeuta Narrativa y he aprendido que no soy quien pensaba que era.

Pensaba que era resiliente; pero no tenía ni idea. He conocido personas cuyo superpoder realmente es la resiliencia. Tú mándales el apocalipsis y se paran de las cenizas. Son mujeres y hombres mutantes, otra especie.

Pensaba que yo tenía fe; pero no tenía ni idea. He conocido personas que tienen una fe descomunal, gigantesca, universal. Gente que en realidad son ángeles pasando por la Tierra.

Pensaba que era artista; pero no tenía idea. He conocido gente que ve la belleza en los sitios más oxidados y olvidados. Gente que ve cosas que no veo y que me ayudan a ver.

Pensaba que había sufrido; pero no tenía ni idea. He conocido gente que casi ha muerto y ha vuelto a la vida. Después de conocerlas, me parece obvio el tema de la resurrección.

Pensaba que era empática; pero no tenía ni idea. He conocido personas cuya conexión con los demás, y con la naturaleza, es mágica.

Pensaba que había avanzado a nivel espiritual; pero no tenía ni idea. He conocido personas que perciben el universo sobrenatural desde muy temprana edad, y cuya consciencia de su conexión con el universo, o con Dios, es parte cotidiana de su vida.

Pensaba que era intelectual; pero no tenía ni idea. He conocido gente con la mitad de la edad que tengo, que ha leído autores más complicados de los que yo jamás haya leído.

Pensaba que tenía talento; pero no tenía ni idea. He conocido personas que saben ESCRIBIR, solo porque saben, y ya. Casi casi, así nacieron.

Pensaba que obsesionarme por ciertos temas era solo por satisfacción personal; pero no tenía ni idea. El vasto conocimiento que tengo en ciertas áreas, ahora está ayudando a otras personas. Eso me hace muy feliz.

No todos tenemos los mismos superpoderes. No todos tenemos el mismo potencial; por lo menos no en esta vida humana, en el Planeta Tierra.

Lo que a veces no tenemos ni idea es que TODOS, sin excepción, tenemos un superpoder. Yo tengo 47 años y no soy, quién pensaba qué era… yo tengo un superpoder, y quién sabe, quizás tengo otros, de los cuales, por supuesto,

no tengo ni idea.

Hola! Veámonos en Instagram!

El libro Maletas de Colores, estará disponible en pocos días!

La noche se vestía de llovizna, en medio del desierto entre Aguascalientes y Guadalajara. El carro avanzaba y los limpiaparabrisas hacían su trabajo. Mientras estaba mirando por la ventana, vi algo que hizo que dudara de mis sentidos. «¡¿Vieron eso?!» pregunté confundida. «¡Yo sí!» Grita R, mi hija mayor, quien entonces tenía cuatro años. «¿Qué viste?» le pregunté, ansiosa. Le estaba entrando un ataque de risa.

Así comienza Maletas de Colores, ¡Escribe para Inspirarte! , el tercer libro de la serie Maletas. ¡Estoy muy feliz por haber completado esta meta, la cual me ha llenado de mucha satisfacción! Espero que te entusiasmes a bajarlo a tu Kindle y que disfrutes leyéndolo, de la misma manera en que yo disfruté escribiéndolo.

ESCRIBIR UN DIARIO PARA SANAR

Según la Prof. Dale Darley en su curso Writing to Heal: Using Journaling to Transform your Life, en el contexto de escribir para sanar, es importante tener:

Honestidad: aceptar lo que tu mente inconsciente quiere que sepas. Enfrentar la realidad y actuar.

Integridad: mantener quién eres respecto a tu personalidad, el mundo y tu manera de actuar.

Permiso: está bien ser tú, puedes escribir de la manera que te plazca. No debe existir nada entre tú y tu verdad.

Ella propone dos ejercicios:

-Responder la pregunta: Qué significa ser tú?
-Hacer una lista de tus debilidades y fortalezas.

Al realizar la primera actividad, me di cuenta que ser yo hoy, en noviembre de 2020, significa algo muy diferente a lo que significaba ser yo en noviembre de 2019:
aunque siempre he hecho un esfuerzo en mantener un balance en mi vida, hoy día me cuesta mucho más que antes.

Reflexionar sobre eso me recuerda que las circunstancias siempre pasan. Así como jamás hubiera podido imaginarme en 2019 cómo sería el 2020, tampoco lo sé respecto al 2021, por lo tanto, esperar que seas magnífico es tan válido como cualquier otro escenario. Cada quien escoge.

Con el ejercicio de las debilidades y fortalezas, me di cuenta de que por cada debilidad, tengo una fortaleza que la contrarresta.

Es como si me hubieran equipado tanto con la enfermedad, como con la vacuna.

Sospecho que no soy la única, y que es probable que te hayan equipado así también. No lo quieres averiguar?

¡Vas a recibir una carta de tu yo del futuro!

Puesto que todos los relatos tienen un comienzo (histórico o pasado), un medio (presente) y un fin (o futuro), la interpretación de los eventos actuales está tan determinada por el pasado, como moldeada por el futuro.

Michael White, en Prácticas Narrativas Para Fines Terapéuticos

Imagina que tienes diez años más, y que has superado muchas dificultades. Eres tu yo del futuro y decides escribirte una carta a tu yo de ahora, en donde le cuentas cómo hiciste para seguir adelante, qué personas te ayudaron y qué recursos supiste aprovechar. Éste es uno de los geniales ejercicios de escritura terapéutica de la Prof. Helena Echeverría, en su curso virtual sobre el tema.

Algunos de los objetivos de esta actividad son:

-Generar expectativas de éxitos.

-Activar nuestra sabiduría interior.

-Conectar con nuestros recursos personales.

-Visualizar un futuro con esperanza y posibilidades.

Mi yo del futuro se esforzó en hacer una carta bien larga, y me contó muchas cosas interesantes. Quisiera compartirte algo que me dijo, y que puede alegrarte mucho:

Ese año 2020 fue el más jodido de tu vida, así que no te preocupes, que ya lo peor pasó. El 2021 va a ser tan espectacularmente maravilloso, que no te lo vas a creer.

¿Será que tu yo del futuro te dirá lo mismo? ¿Por qué no le preguntas?

Cuándo ser auténtico

Uno de los ejercicios de la Prof. Helena Echeverría en su curso de Escritura Terapéutica, es escribir cincuenta palabras que te encanten, para incluirlas en nuestro vocabulario diario, y así mejorar nuestra respuesta emocional con el lenguaje adecuado. De esta lista hay que escoger cinco palabras, y luego escribir durante por lo menos diez minutos sobre cada una de ellas.

Quisiera compartir lo que escribí sobre la palabra autenticidad.

Me gustan las personas con pocas máscaras, que, aunque se las pongan, no se olvidan de quiénes son. Que saben que, aunque no puedan ser auténticas todo el tiempo (por una cuestión de sobrevivencia) están bien claras de quiénes son cuando pueden bajar la guardia en presencia de personas que las estiman, o cuando se sienten en un ambiente seguro.

Me gustan las personas que se aceptan completamente a ellas mismas, incluyendo sus debilidades, pues son las únicas que pueden aceptar completamente a otra.

Me gustan las personas que son reales, que no se engañan a sí mismas, por lo que le pierden el interés a engañar a otros.

Me gusta la autenticidad porque me hace sentir segura, sé que lo que veo es real, y no malgasto energía en tratar de descifrar códigos complicados, ni disfraces a la medida. Son las personas auténticas las que aprovechan cien por ciento la vida, pues no pierden el tiempo en vivir la vida de otra.

A veces no hay espacio para la autenticidad en ciertos momentos o etapas de la vida, cuando la persona se ve obligada a ejercer un papel que no le corresponde. Sin embargo, en esos casos, la persona auténtica se esfuerza en no perder de vista quién es, pues tiene esperanza de serlo algún día.

Tampoco hay espacio para la autenticidad cuando la persona se menosprecia, o piensa que no tiene valor, mucho menos cuando no hay ninguna intención de mejorar o cambiar. Es más fácil quedarse como se es, y engañar a los demás a que piensen que es otra.

La falta de autenticidad es, en muchos casos, un acto de flojera, o una falta de valentía que impide salir de la zona de confort.

La persona auténtica acepta sus debilidades, pero también las trabaja, para así convivir con ellas de una manera emocionalmente sana, tanto para ella como para los demás. No hay manera de ser perfecto, así que no hay que perder el tiempo intentándolo. Sin embargo, sí es deseable que los aspectos problemáticamente egoístas de una persona pudieran suavizarse. Pero, ¿Qué sucede cuando la persona es esencialmente así, y quiere seguir siéndolo? No pasa nada, ya que la persona sigue actuando igual que siempre. Es por ello que la gente que está a su alrededor hace bien en abandonar la autenticidad en su presencia.

Ése ha sido un aprendizaje que me ha costado toda la vida aprender: Sé auténtico, sí, pero ten la prudencia de saber si la persona con la que quieres ser auténtico, merece tu autenticidad. Si no es así, ponte tu disfraz por un rato, y sigue con tu vida. Seguramente la oportunidad de ser verdaderamente auténtico llegará, y si acaso no llega, sal a buscarla. Pero no cometas el error de mostrar todos tus colores, incluyendo todas tus vulnerabilidades, a alguien que puede usar esa información en tu contra.

Escríbele a tu cuerpo

La terapia de artes expresivas, o terapia expresiva, “incluye muchas modalidades de arte como la danza/movimiento, la producción de imágenes/pinturas/esculturas, música, drama, poesía, escritura y narrativa” (@TAEPeru).

“A diferencia de las expresiones tradicionales de arte, se hace énfasis en el proceso de creación, y no en el producto. Las terapias expresivas se basan en la suposición de que la gente puede sanar a través de las diferentes formas de expresión creativa. Los terapistas expresivos comparten la creencia de que, a través de la expresión creativa, y tanteando la imaginación, la gente puede examinar su cuerpo, sentimientos, emociones y procesos de pensamiento” (Wikipedia, en inglés).

La escritura terapéutica, o terapia de escritura, es entonces, un tipo de terapia expresiva.

La profesora Helena Echeverría, en su curso de escritura terapéutica, dio un ejemplo sobre cómo la escritura podía ponernos en contacto con nuestro cuerpo y ayudarnos a sanar. Era el caso de una persona que tenía problemas dermatológicos en sus manos. El terapeuta de escritura le pidió que les escribiera una carta a sus manos, como si sus manos fueran un ente separado de ella, con sentimientos y emociones. Al hacerlo, se dio cuenta de que había estado emocionalmente desconectada de ellas, y al prestarles atención, se percató de que sus manos se irritaban cuando usaba detergente y cuando hacía frío. Entonces tomó las medidas necesarias, comenzó a tener consciencia de su cuerpo, a cuidar mejor de sí misma, y su problema dermatológico remitió.

Al ir rápido por la vida, nos desconectamos de nuestro cuerpo sin querer. Una meditación consciente, larga o corta, según se necesite, hace que nos conectemos de nuevo. Al hacerlo, podemos prestarles atención a las partes que menos nos gustan, o a las que nos duelen, para así entablar un diálogo con ellas, o escribirles una carta. Al hacerlo, nos vemos a nosotros mismos desde otro punto de vista y descubrimos situaciones de las que no nos habíamos percatado.

Yo escogí entablar un diálogo con mis rodillas:

-Hola rodillas, ¿Cómo están? Sé que las he usado mucho últimamente, y pienso que las he estado cuidando bien. Sin embargo, me he dado cuenta de que a veces duelen durante la noche, como si se estuvieran quejando por algo que hice mal. ¿Es cierto? ¿Están molestas conmigo por algo?

-Hola Michelle, pues sí, la verdad es que no estamos muy contentas. No nos has cuidado tan bien como crees, o como te quieres hacer creer. Tú caminas muchísimo, a veces hasta cuatro horas seguidas, y a nosotras también nos encanta, lo sabes bien. De hecho, podemos eso y mucho más, ¡Siempre y cuando hagas los ejercicios de fortalecimiento de rodillas que te enseñaron en la fisioterapia! Está bien que los domingos no los hagas, pero tú sabes que debes hacerlos, por lo menos cinco días a la semana, y no los estás haciendo.

– ¡Mil disculpas! Sí, tienen toda la razón. No crean que no las quiero por eso, es que se me ha pasado por estarle prestando atención a otras cosas.

– Está bien, quedas perdonada, pero promete que vas a hacer los ejercicios.

-Prometido.

– Por cierto, no por chismear, sabes que no nos gusta el chisme, pero aquí va. Los brazos y el abdomen están diciendo por ahí que tampoco les haces caso, que cómo es posible, después de todo lo que han hecho por ti, y tú no les estás dedicando tiempo. Esto te lo contamos en confidencia, porque luego si se enteran que te contamos, nos dejan de hablar, sabes que son bien delicados.

– Ok, no hay problema. La verdad es que también quiero mucho a mis brazos y abdomen, y no quiero herir sus sentimientos. Gracias por contarme, las quiero mucho. Ya van a ver que se van a sentir mejor.

¿Te sientes conectado con tu cuerpo? ¿Sí? ¿De verdad? ¿Por qué no le preguntas cómo está? Haz la prueba, y escríbele a alguna parte de tu cuerpo que no te encante. Escucha a ver qué te dice, y si así lo deseas, comparte tu experiencia de escritura aquí, en los comentarios. Ten por seguro de que te leeré. También puedes escribirlo en un diario, físico o electrónico. Al hacerlo, recuerda incluir un agradecimiento y una afirmación.

Agradezco la oportunidad de escribir y publicar mi blog.

Hoy recibo y tomo todo lo que el mundo ofrece.