






Después de haber leído sobre los sentimientos y puntos de vista de varias personas que han tenido pensamientos suicidas, o que han intentado suicidarse, veo como común denominador dos situaciones. La primera es que sienten que muchas de sus personas cercanas no sienten empatía hacia ellas, y la segunda, es que se sienten atadas de manos, sin esperanza, y con un sentimiento profundo de fracaso personal. La falta de empatía de sus seres queridos, o incluso de parte de profesionales de salud mental, se refleja en comentarios como “eres un egoísta por pensar así” o “no piensas en tu familia”, y en vez de ayudar, refuerzan el sentimiento de fracaso de la persona.
Una de ellas mencionó que no se llega a tener pensamientos suicidas de un día para otro, sino que es el resultado de un proceso, el cual usualmente es bastante largo. La persona que sufre esta situación ha luchado mucho y por mucho tiempo, usualmente dando los siguientes pasos:
Intentar ignorar el problema.
Enfrentar el problema.
Deshacerse del problema.
Intentar “no intentar”, o dejar que el tiempo pase.
Decirle a la persona con pensamientos suicidas que se ponga en los zapatos de las demás no funciona, porque ella siente que eso es lo que ha estado haciendo desde que entró el problema en su vida, y que precisamente, para no ser una carga para los demás, desea morir. En otras ocasiones (diferentes a las de las personas que tuve la oportunidad de leer) los pensamientos suicidas entran para aliviar el sufrimiento personal mental o físico, pero en el caso de estas personas en particular, no ser una carga para los demás era la principal razón que percibían como la causa de sus pensamientos suicidas.
Por otro lado, una de ellas nombraba que, cuando quería ahuyentar los pensamientos suicidas, el no sentirse sola era lo más importante. Mi reflexión personal es que, al no sentirse sola, ella siente que su vida es importante para alguien. Para no sentirse sola, ella debe sentir que alguien más está luchando esa batalla junto a ella, y no solo la compañía de alguien más. Al ver que otra persona también está luchando junto a ella, combatiendo el problema, ella interpreta que su vida tiene valor, y que ella aporta a la vida de esa persona que la está ayudando. Nótese que uso la frase “luchar junto a ella” y no “luchar por ella”, o “en vez de ella”, lo cual podría reforzar el sentimiento de no ser suficientemente bueno, o de ser una carga para los demás.
No sentirse sola en su lucha contra el problema, hace que los sentimientos de fracaso personal disminuyan, y que los pensamientos intrusivos suicidas se alejen un poco, pues al considerarse valorada, ella puede dar paso a la esperanza de mejorar su vida, al sentir que tiene mayores probabilidades de derrotar el problema que la acosa.
La persona con pensamientos suicidas necesita sentirse valorada, no solo mediante frases como “te quiero, eres importante para mí”, (lo cual es imprescindible, pero no lo único que se debe hacer), sino que se sienta valorada con acciones de parte de sus seres queridos o de las profesionales que la asisten. La persona con pensamientos suicidas debe saber y sentir que no está luchando sola, y que su existencia trae consecuencias positivas en las vidas de los demás.
Otro aspecto importante que la persona con pensamientos suicidas necesita, según pude entender de los testimonios que tuve oportunidad de leer, es poder separar dichos pensamientos suicidas de su identidad personal. En terapia narrativa a eso se le llama externalizar el problema. “Es más fácil hacer estrategias contra algo que se ha nombrado, contra algo que tiene nombre”, decía una de las entrevistadas. De esa manera, ella puede darse cuenta cuando los pensamientos suicidas llagan, en vez de pensar que ella misma es una persona suicida. Otra de las entrevistadas decía que “a los pensamientos suicidas les gusta decirme que soy mala y que no encajo en la sociedad,” lo cual abre el camino para luchar contra algo externo, a diferencia de la desesperanza que constituiría pensar “soy mala y no encajo en la sociedad”.
Con estas reflexiones no pretendo dar una solución al suicidio, pues dicho problema es altamente complejo. Solo evoco lo que ha resonado conmigo de lo que han manifestado estas personas, para que se entienda un poco mejor este grave asunto, y que sus seres queridos puedan, no solo entenderlas mejor y ser más empáticos con ellas, sino que también destierren ideas mal concebidas tipo “lo hace o dice para llamar la atención”, o “es una persona floja o perezosa, no se esfuerza la suficiente”. La idea de esta reflexión es precisamente hacer que la lectora reflexione primero, antes de estar haciendo juicios apresurados hacia un ser querido con pensamientos suicidas, y que pueda hacer juicios valorativos, así como tomar acciones consecuentes, con mayor información.
Esta reflexión fue hecha intencionalmente usando adjetivos y pronombres femeninos, pero aplica igualmente al género masculino, o a personas no binarias. Así mismo, foma parte del temario del Diplomado de Terapia Narrativa del Grupo de Terapia Narrativa Coyoacán en Ciudad de México.
En Terapia Narrativa se usan documentos para visibilizar y reconocer a los miembros de una comunidad o a una persona en particular. Se diferencian de otros documentos oficiales del área de la psicología, en que los que se usan en las prácticas narrativas usan el mismo lenguaje coloquial de las personas involucradas, y están destinados a ser leídos o vistos por un gran número de gente, mientras que los expedientes oficiales transforman la versión original coloquial, al lenguaje oficial de un campo de conocimiento en particular, y solo están destinados a que sean leído por unos pocos profesionales o individuos involucrados.
Los documentos en las prácticas narrativas pueden ser colectivos o individuales. Los colectivos buscan dejar por escrito las habilidades, saberes y experiencias de una comunidad respecto a una situación específica, para así tener los conocimientos a disposición, no solo por esa comunidad, sino también por otras que pasen por situaciones similares. En ellos se difunden identidades preferidas, y aunque se escriben con voz colectiva, es muy importante conservar la diversidad, al citar fielmente lo dicho por cada persona.
En estos documentos se recolectan historias relevantes que tengan resonancia, preferentemente incluyendo imágenes y metáforas que faciliten la generación de vínculos culturales o de otra índole. En la elaboración de dichos documentos es importante asegurarse de que las personas se sientan representadas, determinar con ellas qué quieren compartir, cuándo o con quién, y la manera en que éstos serán utilizados.
Los documentos colectivos también pueden tomar la forma de videos, pues así, por un lado, tendrán mayor difusión, y por otro, se pueden atender necesidades específicas (que no se logran solo con el documento escrito). En estos videos las personas se posicionan como expertas en su propia vida ante miembros de su comunidad o ante personas externas a ella. Los videos son de particular importancia en el caso de que se deba visibilizar el entorno en que se desenvuelve la comunidad, como en el caso de una población indígena, por ejemplo, o en los casos en que se deba asegurar que llegue el contenido a todos los integrantes de la comunidad, como en el caso de un colegio. Así mismo, al verse los miembros de la comunidad citados literalmente por otra persona de mayor estatus, como, por ejemplo, por un profesor, el niño o la persona en cuestión se siente reconocida, y siente que sus modos de ver, sentir, pensar, o de resolver problemas, son legitimados.
En los documentos individuales se busca lograr un reconocimiento a una persona por sus esfuerzos realizados para superar una situación en particular, o por comenzar un gran cambio en su vida. Por ejemplo, se pueden otorgar certificados por haber abandonado una adicción, o se pueden realizar manifiestos en los que se afirma el propósito de mejorar un aspecto de la vida, como liberarse simbólicamente de algo que le agobia, o comenzar a dar pasos importantes para llegar a una meta. También se pueden elaborar auto certificados en donde la misma persona reconozca su valor en un aspecto de su vida.
También hay documentos individuales en que se escriben las propias historias y se asume la autoría de la propia vida, al adueñarse de las identidades preferidas y resaltarlas. Ese ha sido mi caso con los tres libros autobiográficos de la serie Maletas, los cuales he publicado en Kindle en forma digital. En ellos hablo sobre mi experiencia como expatriada en diferentes países, y recalco mis identidades preferidas como mamá, escritora, minimalista, amante de la naturaleza, venezolana, divorciada y terapeuta expresiva (SIETE MALETAS, Nuestras Anécdotas en el Exterior, OTRA MALETA, Empezando de Nuevo y MALETAS DE COLORES ¡Escribe para Inspirarte!). Si te interesa saber cómo otra persona ha asumido los múltiples cambios de su vida, los encontrarás muy entretenidos y descubrirás maneras diferentes de sentir, pensar y vivir, con los que puedes hacer resonancia y conectar. ¡Espero que te animes a leerlos!
Para solicitar información sobre mis sesiones de Escritura Terapéutica, o para agendar una cita, comunícate conmigo por Whatsapp al +52 4428133977 y será un placer atenderte.
“La experiencia de agencia personal y la capacidad de acción responsable se basan en una forma peculiar de colaboración social- una colaboración social que ayuda a las personas a recorrer el espacio entre lo conocido y familiar y lo que podrían llegar a saber de sus vidas e identidades”,
Michael White en Mapas de la Práctica Narrativa.
En los años 30’s, Vigotzky estableció una teoría lingüística evolutivo experimental, en la que establece que la sociedad es el factor determinante del comportamiento. En los 80’s Michael White retoma esta línea de pensamiento, y elabora el concepto de Zona de Desarrollo Próximo, la cual se encuentra entre aquello que la persona sabe y realiza de manera independiente, y el potencial de conocimiento y desarrollo que puede llegar a tener en colaboración con los demás.
Aunque este concepto es más evidente en niños, también aplica a los adultos. En el caso de los niños, la Zona de Desarrollo Próximo involucra actividades básicas de función ejecutiva, sin que ningún adulto le esté diciendo qué hacer. Por ejemplo, una niña que, aunque sabe que pegar a otros está mal, lo hace si no tiene supervisión. Aunque la mayoría de los niños de su edad no golpea porque ya lo han internalizado, es decir, ya tienen control y regularización sobre su propia conducta, ella necesita dar pasos dirigidos por un adulto, que la lleven a monitorear sus acciones. En otras palabras, no llegará allí por sí sola, o se tardará mucho tiempo en llegar allí, sin ayuda de alguien más.
Para atravesar la Zona de Desarrollo Próximo en Terapia Narrativa, se utilizan las conversaciones de andamiaje. Estas conversaciones buscan alejar la persona de lo conocido y familiar, para que así pueda llegar a lo que es posible por conocer y alcanzar. Las conversaciones de andamiaje buscan que la persona descubra que tiene agencia personal, es decir, que tome consciencia de que es capaz de tener efecto sobre su propia vida.
Las preguntas para atravesar la Zona de Desarrollo Próximo son la manera de cómo el terapeuta va llevando de la mano a la persona para desarrollar su potencial. Estas preguntas se categorizan de la siguiente manera:
El concepto de Zona de Desarrollo Próximo lo traigo a mi vida, porque sé que mi historia como expatriada, mamá y esposa, la cual me llevó a vivir en diferentes países por muchos años, ha traído un atraso en mi nivel de función ejecutiva y de desarrollo profesional, si soy comparada con otras mujeres de mi edad. Esto les sucede a muchas mujeres, quienes, como yo, han dedicado gran parte de su vida a cuidar de su casa y de sus hijos, y que de repente, al divorciarse, ya no sabemos cómo vivir.
La diferencia es que en mi caso fue un continuo empezar a aprender todo de nuevo cada cierta cantidad años (máximo tres años, mínimo seis meses). Fue como si gran parte de lo aprendido en el país anterior no sirviera, y tuviera que empezar, no desde la casilla cero de nuevo, pero sí en la 5, mientras la gran mayoría de las mujeres de mi edad ya iban por la 40.
Pero volvamos al caso de las mujeres que nos divorciamos después de 10, 15, 20 o más años de cuidar la casa y los niños. La sociedad espera que brinquemos rápidamente esa Zona de Desarrollo Próximo, es decir, que se ponga uno a la par de los demás hombres y mujeres de nuestra edad, tanto a nivel de función ejecutiva (muchas estuvimos en matrimonios en donde ni siquiera teníamos control de nuestras finanzas debido a la naturaleza de poder de la parte masculina), produzcamos dinero de la misma manera, nos curemos instantáneamente cualquier depresión, que seamos “luchonas”, y aprendamos un nuevo oficio que produzca la misma cantidad de dinero que el ex esposo, quien lleva más de 20 años escalando en su carrera profesional, y además cuidemos a los niños sin ayuda, sobre todo, en el caso de las que vivimos en el exterior, que ni siquiera contamos con familia para hacerlo.
Sí creo que para llegar a la Zona de lo Posible por Ser, Conocer y Saber (es decir, para llegar a alcanzar todo nuestro potencial) el papel de la sociedad en general (cambiando paradigmas que prejuician a las mujeres negativamente), así como de la red de apoyo (ya sea como ayuda profesional o de cualquier otra manera), son un factor determinante.
Cada quien se desarrolla de manera diferente, no solo los niños, sino los adultos también. Parece obvio, pero en la práctica, hay una manera de ejercer el poder en la que se juzga o categoriza a las personas con uno o dos puntos de referencia solamente: ¿Es exitoso? ¿Tiene buenas relaciones personales? Y quien no esté al mismo nivel de la mayoría de sus pares de misma edad y estatus, es juzgado negativamente.
En mi caso, la gran mayoría de la gente que conozco me ha apoyado de diferentes maneras, y estoy muy agradecida. He sentido mucha empatía hacia mí y hacia mi circunstancia de vida, tanto en internet como en la vida real, digamos, en un 95% de los casos. Pero aún queda un 5% que más bien ataca, que cuando ve que una persona está vulnerable, aprovecha para ejercer más poder sobre ella. Parece poco, pero ese pequeño porcentaje puede ser muy intenso y hacer mucho daño. Es como cuando los niños están en el colegio y casi todos los compañeros le tratan bien, pero llega uno que le cae a golpes y lo manda al hospital. Es por eso que los adultos, en ciertas circunstancias de vida, cuando estamos muy vulnerables, tenemos que adoptar medidas de 0% tolerancia al bullying también.
Ni los triunfos ni las derrotas de una persona son individuales. El falso paradigma de la persona selfmade, es una manera, como cualquier otra, de ejercer poder sobre otras personas. “Yo soy mejor que tú, porque mira todo lo que he hecho”, termina siendo el paradigma de tanta gente, que uno puede caer en el engaño colectivo y creer que es cierto. Una mentira repetida mil veces, no es una verdad.
¿Cuál es mi verdad? Que todos estamos en diferentes etapas de desarrollo, y uno solo puede compararse con uno mismo. Meditar, escribir, y dedicar tiempo a mi bienestar, hace que vuelva de nuevo a mi verdad, y que borre la locura colectiva de creer que hay gente mejor o peor que yo.
¿Cuál es mi otra verdad, la cual se deriva de la primera? Que en ciertas áreas hay gente que se encuentra en etapas de vida más avanzadas que yo, y que me pueden dar una mano. Así mismo, hay personas que se encuentran en etapas de vida que yo ya pasé, y que les puedo dar una mano.
Colaborar con una persona adulta es diferente a colaborar con un niño. Significa ayudar, no significa decirle qué tiene que hacer. Significa preguntarle cuáles son sus necesidades, valores y objetivos, para así darle la mano en la dirección que quiere ir. No significa exigirle que cambie de dirección.
El problema de decirle a una persona adulta qué tiene que hacer, es que, si las acciones recomendadas no tienen relación con sus necesidades, valores y objetivos, esas palabras, o no van a significar nada, o pueden empeorar la situación, porque la persona puede sentirse invisible, o no vista, ya que sus circunstancias particulares no son tomadas en cuenta.
La vida es una competencia si uno cree que va a ser mejor o peor que otro. Pero esa misma vida es una colaboración, si uno cree que puede ayudar a otro, o que otros lo pueden ayudar a uno. ¿Es una locura pensar que la vida es colaboración? Puede ser, pero no lo es más que pensar que la vida es competencia.
Escríbele a tu hija o hijo esa carta que siempre soñaste con recibir de tus padres y nunca llegó, o, si por el contrario, sí la recibiste ¡Aún mejor! Ya sabes qué escribir. A lo mejor todavía la guardas en algún sitio y la lees de vez en cuando.
Estaba revisando mis papeles, cuando encontré varias tarjetas y cartas sencillas que me dieron mis hijos hace varios años, en que decían que me amaban y que era muy buena mamá, incluso la mejor mamá del mundo. Esas palabras, a veces casi garabatos, son para mí un gran tesoro. Sin embargo, de repente me di cuenta de que nunca les contesté por escrito, y me sorprendí ¿Cómo era posible? Eso había que remediarlo. Así que le escribí una carta a R en su cumpleaños número dieciséis (que fue hace unas semanas), y ayer otra a S, quien tiene diez años.
Si no tienes idea de qué escribirles, ponte en sus zapatos. Imagina que tienes 5, 10, 15 o 20 años, la edad de tu hijo (adapta el lenguaje a su edad, por supuesto). Imagina que llevas todo este año viviendo en un mundo al que no te prepararon, un mundo de pandemia, con cuarentena, a veces incluso con toques de queda; que has dejado de ver a tus amigos y familiares, o que hace meses que no vas al colegio. Las festividades de fin de año no serán como siempre han sido ¿Qué quisieras que te dijeran?
Puedes decirle que estás orgulloso de ella o él por haber enfrentado tantas dificultades, y decirle por qué piensas que es una buena persona. Lo que no debes hacer es hablar sobre sus errores o debilidades, ni sobre las cosas en las que no están de acuerdo, ni mucho menos traer a colación desavenencias pasadas. El objetivo de esta carta es que tu hijo se sienta amado y aceptado, que sepa que es importante para ti, nada más.
La epidemia de COVID ha subido un poco ese porcentaje de probabilidad de que la vida de uno termine más rápido. ¿Y si te contagias y hasta ahí llegaste? Yo sí lo he pensado, y no me da miedo hacerlo, porque en realidad, siempre he estado consciente de que el cuerpo que estoy usando es prestado, y que Dios puede pedírmelo de vuelta en cualquier momento. Que no te dé miedo pensarlo a ti tampoco, más bien, aprovecha la oportunidad para decirles por escrito a tus hijos que los amas.
Escribe lo que vayas a escribir a mano, y si tus hijos no viven contigo, tómale una foto y mándaselas. O si prefieres hacer o comprar una tarjeta, también sirve, o si quieres usar el correo tradicional, también. Pero que no sea un mensaje de Whatsapp más, o un email más. Hazlo a mano para darle la importancia que merece.
La resiliencia en tiempos difíciles depende mucho de la gente que nos rodea, que nos apoya, pero con el distanciamiento social, se hace difícil acompañar como uno quisiera. Una carta escrita desde el corazón puede ser tan sanadora como un abrazo apretado. No te lamentes de lo que no puedes hacer y aprovecha los recursos que tienes para lo que sí puedes hacer. Imagina a tu hija o hijo leyendo la carta, mientras sonríe… ¡A que acabas de sonreír tu también! Ya sabes qué hacer: toma un bolígrafo y ponte a escribir.